miércoles, 8 de abril de 2020

Macrobiótica para tu mascota: comida y tratamientos naturales para pulgas y gingivitis gatos

Veo con gran pesar en las noticias que en algunos países se han dedicado a disparar a perros y gatos o a envenenarlos para evitar la transmisión del virus de moda, que tiene nombre de robot: el covid-19. Sospecho que algo de robot tiene y me cuesta admitir que sea un virus creado por la naturaleza; más bien me inclino a pensar, como muchos, que es un engendro de laboratorio. La veterinaria de mis gatos dice a este respecto que no hay evidencia de que sean transmisores; simplemente les han inoculado el virus y, por supuesto, han dado positivo (brilliant!); una señora que era positiva le contagió el virus a su gato (no al revés), pero no está claro que los cuadros respiratorios de gatos sean del covid-19. Y tampoco está claro que su sistema "enferme" de ese virus. Total: no hay que buscar culpables en seres inocentes y mucho menos ensañarse con ellos por falta de datos claros y corroborados sobre este espinoso asunto que va a dar de que hablar durante muuucho tiempo, me temo.

Como saben quienes me conocen, soy fiel protectora de las mascotas, que me han dado tanto solaz y cariño desde hace muchos años; los gatos, concretamente. Pero no importa, me inspiran igual ternura los perros (siempre y cuando no amenacen con sus fauces a un lindo minino), los conejos, las ovejas o las vacas, a las que saludo y lanzo palabras de amor cuando las veo paseando por la montaña. Por si acaso, miro siempre alrededor para que no haya algún agente rural o psiquiatra merodeando... y me tome una foto o un vídeo y lo haga viral: "la última locura de ermitaños y almas compungidas, que vagan por parajes naturales diciendo palabras amorosas a terneros y vacas".

Soy de los que piensa que lo que mandas te viene de vuelta, ya sean palabras, pensamientos o actos. Así que practico con esos mamíferos que me inspiran paz y tranquilidad con su lento y paciente rumiar; y me recuerdan uno de los principios de la macrobiótica: masticar y masticar. Quién lo iba a decir, que la vaca fuera uno de los primeros mamíferos macrobióticos. Husmea y arranca poco a poco la hierba que va masticando, y sigue ejercitando sus mandíbulas horas y horas, sin tener que acudir al dentista del pueblo, tomen nota. Eso sí: no come carne, salvo la que le inyectan algunos ganaderos o profesionales de la ganadería sin escrúpulos que supeditan la sabia naturaleza de este animal a las fauces de la industria cárnica, la cual necesita producir carne a la velocidad de la luz. Parece que actualmente, sin embargo, está cambiando un poco esta tendencia; ojalá que no sea una moda pasajera.

En mi casa se come macrobiótica; y los que tienen la paciencia de leer mis comentarios de este blog habrán visto algunos de los platos que cocinamos en nuestra cocina alquímica. Gracias por el tiempo.

Los únicos que comen carne en casa son los gatos, pues no alteramos su constitución y su conciencia carnívora, pero sí les mezclamos la latita de paté con un poco de avena remojada en agua tibia y una pizca de sal marina;  con eso alimentamos a varios de una vez con un plato templado. Por supuesto, tienen la cazuela con sus bolitas, que compro por internet en sacos de 12 kg. La oferta de este producto de comida seca en internet es ingente.

Si tienes mascotas dentro de casa, te recomiendo que evites latas con azúcares añadidos; una vez más, hay que leer la lista de ingredientes. Si compras buen producto a granel o en cantidades grandes, siempre ahorrarás algo, sobre todo en visitas al veterinario. Con los animalitos pasa como con las personas: los malos hábitos alimenticios y los abusos del pasado pasan factura a la larga o a la corta...

También puedes buscar soluciones creativas. Yo, por ejemplo, cuento con la generosidad de una amante de los gatos, como yo, que tiene una parada en un mercado de barrio, y me guarda pedacitos de pollo que le sobran de las ventas del día; es carne fresca y tiene un olor y un sabor que hace las delicias de los felinos de fuera de mi casa, a los que también alimento. No me cuesta dinero y es producto que de todas maneras se iría a la basura; así que lo reciclo y todos contentos. Las partes amarillas se van para los que viven fuera, pues son pura grasa y les va bien para combatir el frío. La parte de carne, que corto y separo, la doy a trocitos a los de dentro, en pocas cantidades si son de avanzada edad. Hay que estar atento al estado y la edad del animal, pues sus necesidades cambian, como nos ocurre a los humanos. Utilizar el discernimiento es la mejor herramienta, en este caso.

En cuanto a la higiene de la mascota, voy a referirme a los gatos, que es el animal que conozco y trato.

El gato es un animal muy limpio por naturaleza, y las hembras lo son mucho más. Se lamen y, con este hábito, ya consiguen la parte más importante de su higiene. Yo los lavo solo de vez en cuando, sobre todo a los más jovencitos, que se restriegan por fuera o se suben a la chimenea y se les pegan cenizas y polvo en cantidad. Un jabón neutro es suficiente; no hace falta comprar productos específicos ni nada de eso. A los gatos mayores es mejor no marearlos mucho; quieren tranquilidad: hay que recordar que el gato es un animal yin, mientras que el perro es yang. Para las orejas, solo si son muy mayores y no se pueden limpiar bien con la patita, yo uso un algodoncito para limpiar los oídos, lo mojo en agua oxigenada y le limpio a mi gata de 14 años despacito y suavemente para retirar la cera que le impregna los oídos por dentro: con mucho cuidado y sujetando con la otra mano al gato para que no se escape.

Cuando se acerca el buen tiempo y acechan estos detestables chupópteros que son las pulgas (lo siento, para mí esos no entran dentro de la categoría de "Naturaleza"), pongo manos a la obra con un un sistema que he descubierto hace poco y que voy a revelar aquí en exclusiva. ¡Ta-chaaaan!

Como me harté de las habituales pipetas (en inglés, spot-on), esos tubitos a base de insecticida que han llenado las arcas de las farmacéuticas veterinarias hasta más no poder, he descubierto un producto que me ahorra mucho dinero y producto químico para mis gatos, pero, eso sí, me toca invertir más tiempo en su aplicación. Se trata de una botellita que combina algunos aceites esenciales que son repelentes naturales (aceite de Neem, árbol de té, geranio, lavanda y citronela). Lo venden en un solo producto en algunas tiendas de productos naturales. Pues bien, tienes que comprar un peine especial para quitar los piojos de la cabeza de los niños (desagradable y difundida plaga en nuestros tiempos, lamentablemente); tiene unas púas largas y muy juntas, de manera que cuando lo pasas por el cabello del niño (en caso de piojos), arrastra el piojo, las liendres y los huevos. En el caso de los gatos, le pones unas gotas en las púas y le pasas el peine despacio por el pelaje, empezando por las zonas más vulnerables a las pulgas: debajo de las orejas, detrás del cuello y vas peinando hasta la cola. En esa zona baja del lomo, antes de empezar la cola, suelen tener las pulgas su inodoro particular, pues notarás que allí depositan unos puntitos negros que son las heces de la pulga.

Si tienes la paciencia de pasarle el peine a lo largo de la columna y luego por los lados e incluso por la cara, te sorprenderá ver como los detestables insectos no pueden escapar a la pesca que realizan esas púas largas y estrechas. Eso sí: debes tener al lado una palangana con agua tibia y un poco de detergente donde vas a ir echando las pulgas y los restos que queden atrapados en el peine; tienes que hacerlo rápido porque, como sabes, la pulga es un animal que se mueve a brincos, y si puede, va a tratar de saltar. Si pones el peine rápidamente en el agua, y empujas hacia fuera la pulga (si no se ha salido al sumergir el peine), la verás moverse unos instantes antes de que el detergente la liquide. Cuidado, no uses solo agua, porque el agua sola no mata las pulgas. Con la otra mano tienes que sujetar al gato para que no se escape: las primeras veces, querrá huir por el miedo; las siguientes, ya estará más acostumbrado y, tal vez te haga como mi Rosi, que afloja las patas ¡y babea con ese "spa" particular que le proporciono!

Este método te va a permitir dos cosas: primera, vas a ir eliminando las pulgas, las larvas y los huevos, dejando el pelaje limpio y cepillado; y segunda, la piel y el pelo del gato quedará impregnado de los aceites esenciales, que harán las funciones de repelente y dejarán un buen olor al felino. Obviamente, a los gatos no les gusta ese olor (es fuerte); y tendrás que actuar con habilidad y sigilo, porque cuando te vean acercarte con la palangana y el peine, echarán a correr. Sin embargo, como tú eres más hábil que tu gato, no dudo que vas a lograr tu objetivo.

Esta técnica funciona, pero requiere que lo vayas repitiendo de vez en cuando; según sea la necesidad o la amenaza. Si observas que se rascan mucho, puede ser señal de que algún bichito les anda chupando. Son aceites esenciales, así que no tienen efectos secundarios porque no contienen productos químicos, al revés que las pipetas, que están formuladas a base de insecticidas. Una vez a la semana o cada quince días debería ser suficiente. Si lo haces para prevenir, tal vez cada tres o cuatro semanas te baste. Si tienes jardín y salen al exterior, la amenaza es mayor que si están dentro sin salir. Observar es la clave. Está claro que el gato al día siguiente se empezará a lamer otra vez porque los gatos quieren oler a gato, no a aceites esenciales; pero tienes la tranquilidad de que no están lamiendo nada químico y a la vez les va a mejorar el aliento. ¡Dos pájaros de un tiro!

Por último, quiero sugerirte un producto macrobiótico para la gingivitis, una dolencia que suele afectar a los gatos de edad, por la falta de higiene bucal y porque, pobrecitos, se pasan el día entero con la boca cerrada. El producto se llama "Dentie", es totalmente natural, y está hecho con berenjena carbonizada (charred eggplant) y sal marina, un genial descubrimiento de Georges Ohsawa. Te pones un poco en el dedo índice y se lo pasas por las encías, frotando ligeramente. La primera vez, quizás te brinque, pero cuando se acostumbre no se moverá. Es totalmente natural, y por tanto no tiene efectos secundarios. Yo lo aplico una vez al día o cada dos días. Es un buen método de higiene bucal.

Bueno, espero que te ayuden estas sugerencias. Estoy a tu disposición, como siempre, para preguntas o comentarios. Me contentaré por ahora con que no comas carne de murciélago...

 ¡Cuida y ama a tus mascotas! Es nuestra obligación.


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