lunes, 11 de mayo de 2015

Lecciones en Cuisine et Santé: El poder del cambio

He tenido la gran oportunidad de pasar nueve formidables días en Cuisine et Santé, el centro macrobiótico que fundó René Lévy --discípulo de Georges Ohsawa-- en el sur de Francia.

Y no puedo hacer más que testimoniar la renovadora experiencia de esta ciencia alquímica, ya que después de haber ido otras tantas veces a este santuario de la macrobiótica, algunas en vida de René, he revivido maravillada el buen funcionamiento y la vitalidad del centro cinco años después de que su fundador dejase este mundo.

Así es. Daniel Salens, colaborador de René durante treinta años, y habitual cocinero durante largos períodos, dirige con notable profesionalidad y profundo conocimiento las charlas matutinas y vespertinas que denominan "conference". Sus palabras rezuman el poso de sabiduría heredada de René tras pasar años traduciendo las clases del maestro, y sobre todo la huella indeleble que ha dejado la práctica de la macrobiótica en su piel y su aligerado cuerpo. Y todo ello con gran sencillez y humildad.

Daniel explicó con claridad que el hombre está hecho de los cuatro elementos: aire, agua, fuego y tierra. Es una expresión del principio único, que asimila al ser himano con la Naturaleza de la que forma parte. Como no podemos ingerir los cuatro elementos directamente, la Naturaleza nos los proporciona por medio de los vegetales, constituidos principalmente por un compuesto: la clorofila, que por los propios mecanismos de la física y la química se transmuta de verde en el rojo de la sangre. Así es como nos alimentamos del Sol.

También mencionó que beber poco, hábito recomendado por la macrobiótica, significa no beber mecánicamente. Eso es lo que sucede en la hilera de actividades sociales que llenan hoy día nuestra agenda. ¿Qué haces cuando vas a casa de alguien? Te ofrece algo de beber. ¿Qué haces cuando te reúnes con alguien por trabajo o por ocio? Tomas una bebida, quizás un refresco, un café o un té. No se te pasa por la cabeza si tienes sed. Es un acto tan adherido a nuestra cultura, que se convierte en mecánico. Es hora de tomar conciencia de lo que depositamos en nuestra boca.

Un efecto interesante --prosigue Daniel-- es que al beber más, la sangre se diluye y eso nos puede llevar a tener menos glóbulos rojos, esto es, la anemia.

Otra aportación interesante relacionada con la anterior: la proteína en exceso debilita los músculos, en concreto, los músculos de las piernas se llenan de agua, y de ahí esa sensación de hinchazón en las extremidades inferiores, que son yang, por un elemento yin por excelencia: el agua. Yin atrae yang. Yang atrae yin.

En realidad, no nos sentimos mejor por los alimentos macrobióticos que comemos: lo que nos hace sentir bien es que HEMOS CAMBIADO. Y ¿cómo hacemos para cambiar? A partir del cereal. Volver al cereal integral nos hace regresar al centro. De ahí el énfasis del cereal --principalmente el arroz-- en la dieta. Comer el cien por cien de cereal (régimen nº 7) sirve para alcanzar el equilibrio, que tal vez no somos capaces de conseguir con otras dietas o regímenes. Y en realidad algo pasa en el cuerpo cuando lo asimilamos. René decía que cuanto  más complicada la salud, más sencilla tenía que ser la dieta. Es una maravilla recordar de nuevo que a partir del cereal es más fácil cambiar.

Pero ¿cuándo tenemos que cambiar? Daniel nos explica que tenemos que adaptar la alimentación cada día. Porque lo que nos va bien hoy tal vez tengamos que modificar mañana. Ésta es una afirmación liberadora. Escuchemos siempre nuestro cuerpo.

Próximamente hablaremos sobre un tema muy interesante que también se abordó en Cuisine et Santé: el cambio de nuestros pensamientos y de nuestra conciencia mediante la alimentación.


¡Paz y felicidad a todos!

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