Aprovechando
que se acercan las Navidades y que hay que repostar la despensa con algunos
buenos alimentos, hemos pasado un fin de semana en Cuisine et Santé,
hotel-restaurante macrobiótico situado en Saint Gaudens, al sur de Francia (al otro
lado de los Pirineos).
En este hermoso paraje, entre frondosa vegetación y
el skyline de los Pirineos vistos desde el otro lado de donde los solemos ver
nosotros, que vivimos en Cataluña, se encuentra una casa rural donde puedes disfrutar
de una excelente comida cocinada al modo macrobiótico comme il faût, que
dirían nuestros vecinos franceses, es decir, como debe ser; porque aquí han
heredado la magnífica enseñanza del fundador de la macrobiótica, Georges
Ohsawa, quien la transmitió a su fiel discípulo René Lévy, que lo fue los
últimos diez años de vida del maestro japonés. Pues bien, en este lugar no solo
disfrutas de la comida, como digo, sino que también puedes participar en la preparación
del almuerzo y de la cena; y también puedes escuchar unas charlas que dan por
las mañanas después del desayuno y de la cena algunos discípulos de René Lévy,
que falleció en el 2010.
Los
horarios, por supuesto, son más ‘europeos’ que los de España, es decir, se come
a las 12.30h y se cena a las 19.30h (7.30pm), aunque si prevés que vas a llegar
más tarde, avisas y te guardan comida caliente hasta tu llegada.
En la tienda
del hotel puedes comprar algunos libros y alimentos recomendados por la
macrobiótica, cosa que nosotros hacemos cada vez que vamos allí. El miso, importado
de Japón, es de excelente calidad; el tamari, lo mismo; el té de tres años, lo
venden a granel; cereales, granos, kuzu…; y a cinco minutos en coche, tienes
una tienda biocoop, donde encuentras todo tipo de productos orgánicos y tienen
un rincón en el que invitan a los clientes a tomar un té caliente o un café de
cereales. Magnifique!!!
En las charlas,
se explican puntos importantes de la cocina o la vida macrobiótica y se responden
preguntas de los asistentes: muchos llegados principalmente del País Vasco o de
Cataluña o de España, y algún que otro francés o italiano; algunos aterrizan
por primera vez en la macrobiótica; otros ya la conocen o han estado allí otras
veces, y algunos son residentes intermitentes o más o menos fijos. Todos
colaboran en alguno de los muchos quehaceres que esconde la maison.
Actualmente
están cocinando y dando las charlas Lourdes (antigua discípula de René que
vivió 11 años allí) y su hija, Stephanie, que se crió precisamente en ese lugar,
y ahora está residiendo temporalmente allí con su hijito, Sidarta (interesante
nombre…).
Muy
acertadas me parecieron sus explicaciones, sobre todo la de Stephanie acerca de
la acidez en la sangre a causa de los muchos alimentos que la causan y que
desemboca en la descalcificación de los huesos y del organismo porque el
cuerpo, a fin de defenderse y tratar de compensar esa acidez, lanza al torrente
sanguíneo calcio, que principalmente extrae de los huesos. Es un intento desesperado
del organismo, que se pone en alerta como en cualquier otra ocasión en que se
siente amenazado, y ejecuta sus propios remedios o medios para paliar problemas.
Pero estos problemas, en realidad, no desaparecen a no ser que se detenga la
fuente que los está causando, esto es, una errónea alimentación.
Alimentos
que causan acidez: todo lo yin, a saber, dulces de todo tipo, frutas, algunos
vegetales, sobre todo el tomate, la patata, el pimiento, la berenjena.
¿Cóooooomo?, se preguntarán algunos. Pues sí, señores y señoras. Eso que vino de
América hace quinientos y pico de años (porque en Europa no existían patatas ni
tomates), a colorear nuestros platos y a acidificar nuestros estómagos y nuestra
sangre.
No estará de
más introducir aquí una anécdota que le ocurrió a mi esposo a principios de
este verano. Estaba charlando con un conocido suyo de origen griego, y le
comentaba este controvertido asunto del tomate y de la acidez que genera y de
sus fatales consecuencias: puede causar artritis, artrosis y un sinfín de
problemas en las extremidades. El griego casi palideció. Al preguntarle, respondió
que sufría de artrosis (con cuarenta y pico de años…). Y confesó… que le
encantan los tomates, y come muchos a la semana; en verano, ¡casi tres quilos
por semana! Voilà, querido amigo.
La acidez está
muy extendida en nuestro cuerpo, y los lácteos, es decir, leches, quesos,
yogures, etcétera, etcétera, también la provocan. El chocolate, que algunos
dicen que quita la depresión ¡da acidez!, y tal vez eso te devuelva la
depresión. Ah, y otra cosa: los sentimientos y pensamientos negativos, también.
Así es que,
¡sé feliz y disfruta de los buenos -alcalinos- alimentos en estas Navidades!
Y recuerda
una de las máximas de la Macrobiótica: ¡la cantidad mata la calidad! (Ohsawa
dixit)
(Si quieres
preguntarme algo sobre este artículo o clases o cualquier otra inquietud que
tengas acerca de la Macrobiótica, estoy a tu disposición: mándame tu mensaje en
privado y hablamos. Avec plaisir)
Feliz
Navidad, y mucha sabiduría para el nuevo año.