lunes, 16 de diciembre de 2019

La descalcificación de los huesos


Aprovechando que se acercan las Navidades y que hay que repostar la despensa con algunos buenos alimentos, hemos pasado un fin de semana en Cuisine et Santé, hotel-restaurante macrobiótico situado en Saint Gaudens, al sur de Francia (al otro lado de los Pirineos).


En este  hermoso paraje, entre frondosa vegetación y el skyline de los Pirineos vistos desde el otro lado de donde los solemos ver nosotros, que vivimos en Cataluña, se encuentra una casa rural donde puedes disfrutar de una excelente comida cocinada al modo macrobiótico comme il faût, que dirían nuestros vecinos franceses, es decir, como debe ser; porque aquí han heredado la magnífica enseñanza del fundador de la macrobiótica, Georges Ohsawa, quien la transmitió a su fiel discípulo René Lévy, que lo fue los últimos diez años de vida del maestro japonés. Pues bien, en este lugar no solo disfrutas de la comida, como digo, sino que también puedes participar en la preparación del almuerzo y de la cena; y también puedes escuchar unas charlas que dan por las mañanas después del desayuno y de la cena algunos discípulos de René Lévy, que falleció en el 2010.

Los horarios, por supuesto, son más ‘europeos’ que los de España, es decir, se come a las 12.30h y se cena a las 19.30h (7.30pm), aunque si prevés que vas a llegar más tarde, avisas y te guardan comida caliente hasta tu llegada.
En la tienda del hotel puedes comprar algunos libros y alimentos recomendados por la macrobiótica, cosa que nosotros hacemos cada vez que vamos allí. El miso, importado de Japón, es de excelente calidad; el tamari, lo mismo; el té de tres años, lo venden a granel; cereales, granos, kuzu…; y a cinco minutos en coche, tienes una tienda biocoop, donde encuentras todo tipo de productos orgánicos y tienen un rincón en el que invitan a los clientes a tomar un té caliente o un café de cereales. Magnifique!!!
En las charlas, se explican puntos importantes de la cocina o la vida macrobiótica y se responden preguntas de los asistentes: muchos llegados principalmente del País Vasco o de Cataluña o de España, y algún que otro francés o italiano; algunos aterrizan por primera vez en la macrobiótica; otros ya la conocen o han estado allí otras veces, y algunos son residentes intermitentes o más o menos fijos. Todos colaboran en alguno de los muchos quehaceres que esconde la maison.



Actualmente están cocinando y dando las charlas Lourdes (antigua discípula de René que vivió 11 años allí) y su hija, Stephanie, que se crió precisamente en ese lugar, y ahora está residiendo temporalmente allí con su hijito, Sidarta (interesante nombre…).
Muy acertadas me parecieron sus explicaciones, sobre todo la de Stephanie acerca de la acidez en la sangre a causa de los muchos alimentos que la causan y que desemboca en la descalcificación de los huesos y del organismo porque el cuerpo, a fin de defenderse y tratar de compensar esa acidez, lanza al torrente sanguíneo calcio, que principalmente extrae de los huesos. Es un intento desesperado del organismo, que se pone en alerta como en cualquier otra ocasión en que se siente amenazado, y ejecuta sus propios remedios o medios para paliar problemas. Pero estos problemas, en realidad, no desaparecen a no ser que se detenga la fuente que los está causando, esto es, una errónea alimentación.

Alimentos que causan acidez: todo lo yin, a saber, dulces de todo tipo, frutas, algunos vegetales, sobre todo el tomate, la patata, el pimiento, la berenjena. ¿Cóooooomo?, se preguntarán algunos. Pues sí, señores y señoras. Eso que vino de América hace quinientos y pico de años (porque en Europa no existían patatas ni tomates), a colorear nuestros platos y a acidificar nuestros estómagos y nuestra sangre.

No estará de más introducir aquí una anécdota que le ocurrió a mi esposo a principios de este verano. Estaba charlando con un conocido suyo de origen griego, y le comentaba este controvertido asunto del tomate y de la acidez que genera y de sus fatales consecuencias: puede causar artritis, artrosis y un sinfín de problemas en las extremidades. El griego casi palideció. Al preguntarle, respondió que sufría de artrosis (con cuarenta y pico de años…). Y confesó… que le encantan los tomates, y come muchos a la semana; en verano, ¡casi tres quilos por semana! Voilà, querido amigo.

La acidez está muy extendida en nuestro cuerpo, y los lácteos, es decir, leches, quesos, yogures, etcétera, etcétera, también la provocan. El chocolate, que algunos dicen que quita la depresión ¡da acidez!, y tal vez eso te devuelva la depresión. Ah, y otra cosa: los sentimientos y pensamientos negativos, también.

Así es que, ¡sé feliz y disfruta de los buenos -alcalinos- alimentos en estas Navidades!
Y recuerda una de las máximas de la Macrobiótica: ¡la cantidad mata la calidad! (Ohsawa dixit)

(Si quieres preguntarme algo sobre este artículo o clases o cualquier otra inquietud que tengas acerca de la Macrobiótica, estoy a tu disposición: mándame tu mensaje en privado y hablamos. Avec plaisir)

Feliz Navidad, y mucha sabiduría para el nuevo año.






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