jueves, 7 de febrero de 2013

Un plato para niños: arepitas de trigo y maíz, tempura de espaguetis y ensalada

"La educación del individuo --la tarea más importante que cualquiera pueda acometer-- no espera hasta el primer día del jardín de infancia. Comienza con mucha anticipación en el hogar, ya que influenciamos a  nuestros hijos desde el momento mismo de la concepción --explica Ohsawa--.

"Los niños son imitadores. Si sus padres tienen por único interés las cosas materiales como el dinero y las posesiones, los niños también las desearán. No tienen otra elección, ya que durante sus años formativos están constantemente en contacto con el ejemplo ofrecido por sus padres.

"Si, no obstante, uno mismo se ha educado para comprender que la verdadera meta del hombres es infinita --o sea, alcanzar la felicidad eterna, la salud suprema, la justicia absoluta y la libertad infinita-- entonces el futuro del hijo está asegurado. La vida con un progenitor sano y justo es la educación más completa.

"Tenemos tantas buenas razones para ser felices". "Disponemos de aire, agua y luz en abundancia, todas esas cosas absolutamente indispensables para la existencia de la vida, son mil veces más preciosas que un diamante de doscientos o trescientos quilates. Tenemos los pastos, los ríos, montañas, océanos y el cielo. Los cielos están repletos de galaxias que contienen trillones de soles. !Son nuestros! Nadie nos los puede quitar. De manera que por el solo hecho de existir somos los seres más felices. (...)

"Si sólo sois felices ocasionalmente, !cuidado! Si vuestra felicidad es otorgada por otros, prestada, comprada o robada (a los padres, amigos o escuelas) no es vuestra, y constituye una deuda. Este tipo de felicidad desaparecerá tarde o temprano sin excepción, la felicidad debe ser vuestra, completamente: un logro independiente. Debe ser lo que vosotros mismos habéis creado. Vuestra salud, vuestra belleza y habilidad para juzgar y el conocimiento deben ser vuestros.

"Ante toda cosa debéis ser los creadores de vuestra salud. Todos los seres y cosas vivientes, la hierba, el árbol, la mosca, el microbio, los animales, aves y hasta los insectos gozan de su propia salud, belleza, libertad y felicidad. (...)

"Tres factores pueden asegurar el éxito no sólo en trataros personalmente y a vuestros hijos, sino también en tratar a todo lo viviente:

a) Estudiad la filosofía de Oriente, aplicando su principio unificador (yin y yang) a todos los niveles;
b) Practicad la macrobiótica;
c) Cometed muchos errores porque son la fuente del saber. Como todo cambia, ningún error es irrevocable: nada hay que temer.

"Debemos transmutar nuestras vidas, nuestra salud, nuestra concepción de todas las cosas, de nuestro pensamiento y de nuestras acciones."

Bueno, hoy la lección es un poco más larga, pero me he ido entusiasmando a medida que iba transcribiéndola porque me parece que entraña un mensaje muy liberador para el padre o el que tiene a su cargo a otras personas: en primer lugar, que somos el primer y constante ejemplo durante varios años para el niño; en segundo lugar, que hemos de darle el ejemplo de persona libre y justa, y eso debemos hacerlo adquiriendo el desapego de las cosas materiales y de los sentimientos de los que nos rodean, porque la raíz de la felicidad no está en ninguno de ambos sino en el eterno ahora, en el universo único. Recuerdo hace poco haber oído a una persona decir que lo más importante para ella eran su hermana, sus hijos y sus nietas. Y ya. Hay que suponer que el resto le importan poco o nada; y por supuesto si les falta el cariño de alguno de ellos o la presencia de alguno de ellos, esa persona se deprime automáticamente, como así le ocurre a tanta gente.

Humano es cometer errores, eso ya lo sabemos. Mas debemos recordar que es divina la capacidad de rectificarlos y transmutarlos, y para ello contamos con herramientas: la primera, el amor y el perdón, principios universales y patrimonio divino de todo ser humano, que por más que se crea, no se practican lo a menudo que debería; y en segundo lugar, la llama violeta, una llama espiritual que invocamos a través de la palabra y que realmente hace milagros. !Ojalá Ohsawa la conociera!

Bien, pues aquí dejamos las relexiones de este hermoso y soleado día de febrero en Miami, y mi propuesta de manjar para los infantes es un plato a base de tempura de espaguetis (finos), unas arepitas de harina de trigo integral y de maíz, un poquito de brócoli y ensalada con un tomatito cherri. Los fritos ya sabemos que encantan a los niños --y también a los grandes-- y en este caso, las arepitas son muy fáciles de hacer y se pueden freír con el mismo aceite (de girasol: sunflower) que las tempuras (los espaguetis por supuesto hay que hervirlos antes). Los postres los dejamos para otra ocasión; no deben ser nunca el plato más importante o abundante, ni se les debe dar el bombo que a veces se les da. !Buen provecho!

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