lunes, 5 de octubre de 2015

Una clase magistral sobre masticar y respirar

Con motivo de la cocción de mi próximo libro --un perfil sobre René Lévy-- estuve a principios de verano en Cuisine et Santé, el santuario macrobiótico creado por René hace treinta y seis años en la falda francesa de los Pirineos. Allí tuve la oportunidad de asistir a alguna de las charlas que da el discípulo de René Daniel Salens, con gran conocimiento y una experiencia enriquecida a lo largo de veinticinco años en que asistió a René.

No quiero perder la ocasión de compartir esta maravillosa lección que nos brindó Daniel, y que es dificil de encontrar en ningún libro. Reproduzco mis notas tomadas en la charla de Daniel, espero con la mayor fidelidad posible. Disculpen si no hay una secuencia muy clara de ideas, es bastante literal. Veamos.

La sangre, que es yang --roja y caliente-- se siente atraída por el oxígeno, que es yin --azul y frío--, y lo lleva a las células.
El magnesio es muy yang; lo comemos en la sal marina.
Si hay poco oxígeno en la masticación, es demasiado yang porque hay demasiado carbono. Se necesita oxígeno para que el calor (yang) disminuya, y esto se realiza a través del oxígeno. Por eso es importante comer y respirar a la vez.
La persona que respira se da cuenta de pronto de que respira; y esto se convierte en un placer.
El aire circula mejor por el cuerpo cuando se camina. Es una sensación muy placentera; la misma que cuando comemos y respiramos.
Nuestro organismo está muy bien construido.
Nos alimentamos también de sensaciones y de emociones. Estas corresponden a las secreciones que se producen en las glándulas endocrinas: la tiroides, las suprarrenales, y también en la cabeza (hipotálamo). Hay órganos muy especializados que segregan hormonas. Tienen un sabor muy concentrado y producen un efecto muy concreto. De ahí que las emociones son secreciones, que pueden producir un efecto físico porque a veces notas una sensación en el estómago. A veces se siente una opresión, que puede ser una liberación de hormonas. Incluso cuando estás tranquilo, hay secreciones que te producen tranquilidad o sueño. Hay un cambio en la conciencia que es físico: es una sustancia que actúa casi como un medicamento interno, de forma natural (la secreción). 
El cuerpo puede hacer muchas cosas pero no las utilizamos todas.
Cuando comenzamos con la Macrobiótica, empezamos a conocer nuestro cuerpo.
Hay que conocerse uno mismo; y poner orden en la alimentación ayuda mucho a conocerse. Es lo primero que hay que hacer.
En otras épocas la alimentación era muy natural. Por eso no hacía falta hablar de ello. Ahora es necesario para todo el mundo.
Las secreciones cambian según la alimentación. Hay influencia entre respiración, segregación, alimentación. Nos alimentamos de lo que hacemos. Dar de uno mismo también alimenta. 
No podemos acumular sin límite: hay que utilizar lo que comemos. Todo lo que absorbemos ha de ser utilizado.
Eso es muy difícil cuando no hay actividad. Hay muchos tipos de actividad: la actividad física permite dar más; la intelectual (el pensamiento) también lo es, pero es más difícil de controlar; la más fácil es la física.
Hay que cocinar, comprar los alimentos, organizar la cocina, controlar los fogones...
Estás produciendo algo y eso se llama creación. La creatividad no tiene que ser algo artístico. Está en la Naturaleza. La hierba, los árboles son creativos: crean hojas, flores, granos, semillas. Los animales crean movimiento. Cuando ves un animal, ves una energía bastante armoniosa. 
Hacer algo nos alimenta. La cocina natural se la tiene que hacer cada uno. Cada día hay que preparar algo. Un mínimo de una hora al día, que no es demasiado. Cocinar es una forma de alimentarse.
Casi todo es mental. Lo que oímos produce una reacción: la cabeza trabaja permanentemente. Siempre estamos pensando algo o recuerdos, etc. Esta actividad mental nos mantiene, pero puede complicarse, puede convertirse en una enfermedad.
La alimentación nos puede dar la vida pero también nos puede poner enfermos o volver locos. Se trata de las enfermedades mentales, que son complicadas. Por eso algunas filosofías hablan de ellas. Si hay una palabra, hay actividad mental. Si dormimos, la actividad mental puede desaparecer, pero no es seguro. Cuando sueñas, cuando te mueves mientras duermes, significa que la actividad mental continúa. Sólo con el sueño perfecto la actividad mental disminuye, y eso es reparador, es una energía sin límite.
Volvemos a la respiración. Al final de la espiración, hay un momento en que no queda nada. Hay que experimentarlo, hacerlo y observar. Es como la playa: el agua avanza y el agua se retira. Ves la playa limpia. Si haces un dibujo en la arena, ocurre lo mismo con la respiración: hay una playa. Es el momento en que sentimos el apetito de aire. Inspiras y el aire te alimenta. Hay algo más, el origen de la respiración: el apetito cuando no hay nada. Siempre hay dos lados: el cielo y la tierra, el hombre y la mujer; siempre dos contrarios pero al mismo tiempo está el origen de esos dos polos antagónicos. La Macrobiótica combina el yin y el yang. Hay que intentar saber de dónde viene esto. En el mundo de las polaridades hay contradicciones, oposiciones; pero el Origen de esto no tiene oposición. Son cosas muy naturales. Basta con buscar una alimentación lo más natural posible. Cuando hay un problema, no siempre es necesario reflexionar o preocuparse, o especular. Es necesario simplemente dejar hacer. La alimentación macrobiótica es detener la locura.

Gracias, Daniel, por estas reflexiones. Intentaremos no pensar mucho en ellas...

Bien, espero que al menos sí se acuerden de respirar la próxima vez que coman.

¡Salud a todos!

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